(21/5/2011)
Ayer me encontré con Malatesta
bajo las setas de la Encarnación, en Sevilla.
Lo vi muy rejuvenecido,
parecía un verdadero adolescente
¡a sus 157 años!
Fingió no haber leído sus propios escritos,
aunque los recitaba casi textualmente.
Eso sí, con acento sevillano y argot de quinceañero.
¡El bromista de Errico!
Me dijo que venía de la Puerta del Sol
y que iba para la Plaza de Cataluña,
pero que aquí había quedado con su amigo “el ruso”
(será Kroptokin, supongo)
para tomarse unas cañas y hablar de los viejos tiempos.
Estaba entusiasmado. Decía que por fin la gente empezaba a darse cuenta.
Aunque los años empiezan ya a jugarle malas pasadas
¿pues no confundía a Mussolini con Zapatero?
Será cosa del Alzhéimer, es que con esa edad…
Cuando hablaba no sé si se refería a la Comuna de París
a “La Gloriosa” o al “15 M”,
¡todo es tan confuso…!
También me habló de un amigo de Cádiz llamado Fermín
(Salvochea, claro, no puede ser otro)
y un cordobés llamado Juan, que estudió derecho
(Ya está: Díaz del Moral)
de un profesor de biología de la Universidad de Sevilla
llamado Antonio (Machado y Núñez, obviamente)
Bajo el tórrido sol del mayo sevillano
las revoluciones se mezclan y se confunden.
Vemos a los jóvenes repitiendo los discursos de los viejos anarquistas
(de los auténticos, no de esas caricaturas que nos han pintado)
y nos vienen a la mente las viejas comunas,
las propuestas autogestionarias, el rechazo a los políticos “de casta”.
Como una espiral que gira sobre sí misma,
o quizá como los péndulos de los antiguos relojes de pared,
cada exceso en una dirección nos termina devolviendo su contrario,
su respuesta inevitable.
Hoy los monopolios se han adueñado del mundo,
tal y como Marx profetizó
(¿pero no estaba ya muerto y enterrado?)
Hace veinte años un americano con aspecto japonés
nos decía que las utopías habían muerto,
que el mercado era la solución a todos los problemas.
Y hoy los más jóvenes nos piden democracia directa y participativa,
¡Gobierno del pueblo! ¡Eureka, vuelven las utopías!
De nuevo el “viejo topo” de la historia nos vuelve a sorprender,
el carro se pone en marcha en una nueva primavera,
como la de Praga, como la de París, como la de Tiananmen.
Una primavera que florece en un nuevo mes de mayo
bajo las setas de la Encarnación…
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