Me he enterado por la prensa
que alguien ha patentado mi código genético.
A partir de ahora tendré que pedir permiso
para poder ser yo mismo.
Eso con un poco de suerte,
porque a lo peor hasta me prohíben serlo.
Mañana me cruzaré con un clon mío
que ha comprado mis derechos
y con ellos mi biografía,
con opción a corregirla, por supuesto.
Mi clon será mucho más dócil que yo, claro.
¿Para que iban a reproducir a alguien
que tenga mis mismos defectos?
Ya que se ponen me retocarán un poco,
harán un “yo" de diseño:
más docilidad por aquí,
más ingenuidad por allá,
más productividad por acullá.
Por supuesto hay que acabar con todo el potencial de rebelión,
“que ya sabemos como las gastan los humanos silvestres”.
Así que, poquito a poco terminarán teniendo un verdadero androide,
que es de lo que se trata. Eso sí, un androide biológico
-nada que ver con esos metálicos que se ven por ahí-
Será un androide de categoría,
capaz incluso de pasar desapercibido
-con algo de entrenamiento, claro-
en una convención de humanos silvestres:
“de esos capaces de reproducirse solos
por el método del apareamiento
-así se eternizan los genes perniciosos,
esos que no han pasado los controles de calidad
de los ingenieros genéticos-“.
“Los muy groseros, van reproduciéndose por ahí
sin pagar derechos y sin pasar los pertinentes chequeos,
sin recibir el visto bueno de la autoridad competente.”
Ya ven el futuro que nos espera
si lo dejamos en manos de los “expertos”,
así que creo que tendríamos que reflexionar
muy seriamente acerca de estos asuntos.
Tendríamos que ir empezando ya a poner límites,
es mucho más fácil aflojar la mano después
que intentar reconstruir lo que destruyan sus engendros biológicos.
Esa es la diferencia entre sucesos reversibles e irreversibles.
En estos temas es mucho más sano
quedarse corto que pasarse.
Lo primero se arregla, lo segundo no.
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