martes, 28 de junio de 2011

El ateo es el hijo pequeño del monoteísta

Se sienten los mayores antagonistas que imaginarse pueda,
pero son calcados el uno del otro.
-En realidad el ateo es un monoteísta frustrado-.
¿Qué tienen en común?
Mucho más de lo que creen.

Los dos tienen respuestas para todas las preguntas.
Los dos tienen prohibido decir “no lo sé”.
Los dos han montado una cosmovisión a partir de un solo dato.
Los dos proyectan lo poco que saben sobre lo mucho que ignoran.

Los dos creen que sus tradiciones son fruto de una revelación trascendente,
y que están indisolublemente ligadas a su contacto primigenio
(la del ateo se supone que es la ciencia).
No se les ocurre pensar que, simplemente, son costumbres validadas por el tiempo,
pura adaptación al medio, instinto de supervivencia
reforzado por la experiencia,
moralmente tan legítimas como las del pueblo vecino,
que son tan antiguas como las suyas
y constituyen su particular adaptación a su otro medio.

Los dos tienen patentada su verdad,
expiden certificados de ortodoxia
y condenan por herejes a los que osan mover una coma de su sitio.

Así es este mundo al que llamamos “Occidente”,
los mismos perros con diferentes collares,
que cambian siguiendo las modas que marcan los nuevos pontífices
(son pontífices los que pontifican,
y de esos estará de acuerdo conmigo
en que tenemos abundante cosecha).

¿Se acuerda de las polis de la antigua Grecia?
Allí tocaban a un dios por cabeza, y no les iba tan mal.
En realidad, con tal inflación de dioses
no tenían más remedio que relativizarlo todo.
Lo humano se mezclaba con lo divino
y al final acababa todo el mundo opinando,
por eso inventaron la Democracia y las asambleas participativas;
y cuando lo hicieron, cambiaron el mundo.

Desde entonces no han parado de atacarnos los “expertos”,
que en cada generación se inventan una nueva teoría
que busca, como todas las anteriores, hacer que el pueblo se calle,
que deje de opinar, que delegue en los que saben
y confíe en su “buen criterio”.

Y los que “saben”... cada nueva generación nos la vuelven a jugar,
se les vuelve a ver el plumero, los traiciona su condición humana
y nos vuelven a demostrar que son tan amigos de lo ajeno
como los de la anterior generación/teoría.

Así llevamos ya dos mil quinientos años,
que son cien generaciones, repitiendo la misma historia.
Digo yo que ya está bien ¿no?.

Así que volvamos a los griegos y vayamos ya mandando a paseo
las falsas seguridades de la civilización judeo-cristiana-cientifista
y su larga cohorte de “expertos” de todos los pelajes.

lunes, 27 de junio de 2011

El ágora de la aldea

Todos nos hemos concentrado
en el ágora de la aldea,
para decidir que hacer
con lo que nos queda de tierra y de vida.

Pero otra vez han llegado
los que se llaman “elegidos”,
para robarnos lo poco
que aún no han podido llevarse.

Dicen que vienen del Monte Olimpo,
como mensajeros de los dioses;
que ese es su “destino manifiesto”
porque se han “hecho a sí mismos”;
que sus contradictorias consignas
son el oráculo de Delfos.

Dicen que les protegen dos océanos
porque así lo quiso Zeus Tonante,
que fue quien los eligió para la gloria
y los elevó por encima del resto de los mortales.

Hoy hablan en el nombre de Apolo
y mañana en el de Aristóteles,
pero su retórica vana no tiene nada de sabia ni de divina,
sino de avaricia y de soberbia.

Con su lenguaje blasfemo
y su fanática mente,
van destilando su ira,
avasallando pueblos
y destruyendo el planeta.

Se han apropiado de la divinidad
y nos la “traducen” al resto que,
no sabemos por qué extraña razón,
hemos sido capaces de sobrevivir
hasta ahora sin su ayuda.

Pero esa anomalía se resolverá muy pronto,
según afirman los expertos,
que ya tienen a punto el nuevo mundo
en el que sobramos las tres cuartas partes de la humanidad.

Mira por donde parece
que les va a ayudar el cambio climático,
cuya existencia viene a demostrar
que hay demasiada gente sobre la Tierra.

¡Dicen que sobra gente!
No sobran coches, ni aviones,
ni piscinas unifamiliares, ni campos de golf, no.
¡lo que sobran son personas!

No sobra orgullo, ni egoísmos,
Ni tiburones al estilo de Wall Street, no.
¡sino personas!

¿Pero quienes se han creído que son?
¿Cómo se atreven a decidir sobre la vida del prójimo?
¿Cómo osan opinar sobre quien merece vivir y quién no?
¿Cómo se atreven a juzgar que vida es digna de ser vivida y cual no?

Presento una proposición: La aldea para los aldeanos.
Los expertos que esperen fuera.
Cuando necesitemos de su asesoramiento se les consultará
de manera específica y concreta.
Y si no les gusta su función pues ya conocen el camino.

Sin su asesoramiento tal vez volvamos a los tiempos primitivos
-algo terrible según ellos- pero, aunque parezca increíble,
entonces ¡¡sobrevivíamos!!, exactamente igual que ahora.

“Si –objetan-, pero había hambrunas y epidemias”.
Claro, igual que ahora.
Antes teníamos las sequías y ahora tenemos las “subprimes”.
Antes nos mataban la peste y la viruela,
ahora la contaminación y la radioactividad que liberan
sus “seguras” centrales nucleares.
Mañana nos matarán sus organismos biológicos genéticamente modificados,
si es que no lo están haciendo ya.

¿Qué cree que será peor, nuestra primitiva vida de antaño
o sus “seguras” manipulaciones tecnológicas de ahora?

Antes, al menos, sabíamos a qué atenernos.
Ahora, sencillamente, lo ignoramos todo.

Dicen que se nos informa puntualmente:
¿Hay alguien que se lo crea?
¿Queda alguien, en algún remoto rincón, que aún no haya escarmentado?

Sí, compañeros de aldea,
decidamos sobre nuestra vida los que vamos a sufrir las consecuencias.
Los del Olimpo que se vuelvan a su monte
Y allí decidan lo que van a hacer con él,
porque si tardan tal vez lo terminemos, también,
decidiendo nosotros.

viernes, 24 de junio de 2011

Han patentado mi código genético


Me he enterado por la prensa
que alguien ha patentado mi código genético.

A partir de ahora tendré que pedir permiso
para poder ser yo mismo.

Eso con un poco de suerte,
porque a lo peor hasta me prohíben serlo.

Mañana me cruzaré con un clon mío
que ha comprado mis derechos
y con ellos mi biografía,
con opción a corregirla, por supuesto.

Mi clon será mucho más dócil que yo, claro.
¿Para que iban a reproducir a alguien
que tenga mis mismos defectos?

Ya que se ponen me retocarán un poco,
harán un “yo" de diseño:
más docilidad por aquí,
más ingenuidad por allá,
más productividad por acullá.

Por supuesto hay que acabar con todo el potencial de rebelión,
“que ya sabemos como las gastan los humanos silvestres”.
Así que, poquito a poco terminarán teniendo un verdadero androide,
que es de lo que se trata. Eso sí, un androide biológico
-nada que ver con esos metálicos que se ven por ahí-

Será un androide de categoría,
capaz incluso de pasar desapercibido
-con algo de entrenamiento, claro-
en una convención de humanos silvestres:
“de esos capaces de reproducirse solos
por el método del apareamiento
-así se eternizan los genes perniciosos,
esos que no han pasado los controles de calidad
de los ingenieros genéticos-“.

“Los muy groseros, van reproduciéndose por ahí
sin pagar derechos y sin pasar los pertinentes chequeos,
sin recibir el visto bueno de la autoridad competente.”

Ya ven el futuro que nos espera
si lo dejamos en manos de los “expertos”,
así que creo que tendríamos que reflexionar
muy seriamente acerca de estos asuntos.

Tendríamos que ir empezando ya a poner límites,
es mucho más fácil aflojar la mano después
que intentar reconstruir lo que destruyan sus engendros biológicos.
Esa es la diferencia entre sucesos reversibles e irreversibles.

En estos temas es mucho más sano
quedarse corto que pasarse.
Lo primero se arregla, lo segundo no.


jueves, 23 de junio de 2011

Son dinosaurios.

Pongo la televisión y sólo veo dinosaurios.
Cambio de canal y los sigo viendo.
Continúo haciendo zapping y compruebo, horrorizado,
que han copado todo el espectro radioeléctrico.

Pero ¿qué es lo que está pasando?
¿qué hacemos hipnotizados mirando hacia esa caja
que no hace más que transmitir imágenes
de un tiempo que ya pasó?

¿Cómo nos hemos dejado embaucar
por esos seres horribles, antiestéticos y antihumanos?

Están extinguidos, repito: “se extinguieron”.
No son nada, ya no están,
su imagen es tan sólo una realidad virtual.

No sé por qué extraña razón
estamos intercambiando ondas hertzianas
con la Era Secundaria.

Nos habremos cruzado con algún agujero de gusano,
de esos que ponen en contacto dos lugares alejados
del continuo espacio-tiempo.

Sí, ya sabemos que aquellos seres primitivos
adoraban al dios mercado,
una horrible divinidad que se alimentaba
de los sueños de sus fieles.
Que exigía a los creyentes que quemaran, cada día,
en el ara de los sacrificios,
la poca esperanza que habían sido capaces
de alumbrar durante esa jornada.
De esa manera fueron capaces de mantener
su férrea dictadura durante millones de años.

Pero un mundo sin esperanzas es un mundo acabado,
es un engendro que se precipita hacia el abismo.
Tiene su tiempo tasado.
Lleva en el rostro marcada su fecha de caducidad.

Necesitamos volver al tiempo de los humanos,
al de los seres que dialogan y deciden juntos,
al de los ciudadanos que debaten en asamblea
en el ágora de la ciudad.

Necesitamos mirar al prójimo de frente,
compartir sus problemas y sus esperanzas.
Eso es lo que marca la diferencia entre los humanos y los reptiles,
entre los que son capaces de imaginar y de crear nuevos mundos
y nuevas formas de vida
y aquellos que se arrastran pesadamente sobre la tierra,
repitiendo de forma instintiva, letanías aprendidas de memoria
y reproducidas de manera acrítica hasta el infinito,
hasta su completa e inexorable extinción.

Dijo el filósofo:
“La primera vez que sucede una historia
Lo hace en forma de drama.
La segunda en forma de farsa.”

Pues sí compañeros, esto es una farsa.
Esta historia ya ha pasado,
repetirla de nuevo es representarla.

Hubo una crisis hace ochenta años.
Se cometieron muchos errores
que condujeron a la miseria y a la muerte
a millones de personas,
hasta que se encontró la solución
y se salió de ella.

No tiene sentido ahora que repitamos completo el proceso
si sabemos cuál es la solución.
Estos nuevos sacrificios que se nos están pidiendo
son absolutamente gratuitos,
sólo buscan someter al otro,
doblegar el espíritu de lucha
de los verdaderos ciudadanos,
volver al tiempo de los dinosaurios.

Pero no olvidéis una cosa:
que los dinosaurios se extinguieron,
estos de ahora son falsos,
son lobos disfrazados.

Son los viejos lobos que ya conocemos de otras batallas,
que se han reunido en manada
y han concentrado todas sus fuerzas
preparando la batalla final,
porque saben que su tiempo se acaba.

¡Saben que llega el tiempo de los humanos!

domingo, 19 de junio de 2011

Grullas de Isla Mayor




He vuelto a ver a las grullas
en los arrozales de Isla Mayor.
En esa tierra que antes fue marisma,
lago, en tiempos de Roma,
y bahía, en la era de los atlantes.

Bahía que en sus orillas
vio crecer al Imperio tartésico;
y al rey Argantonio recibir a la embajada de Focea,
antes del gran maremoto.

La que vio a Hércules robar los bueyes a Gerión,
que conoció a Gárgoris y a Habidis
y contempló a las flotas fenicias
llenar sus galeras de la plata, el cobre y el estaño
con los que inundaron el antiguo Oriente.
Esa que en sus orillas vio crecer unos palafitos
a los que hoy llamamos Sevilla.

He vuelto a huir de la ciudad,
de esta jungla de asfalto que nos atrapa,
nos reduce y nos ahoga,
para reencontrarme con la tierra
donde nuestros antepasados construyeron
aquel mundo misterioso y remoto
que alimentó las leyendas de los países del “Más Allá”,
de los del “Fin de la Tierra”.

¿Qué fue de todo aquello?
¿Qué quedó de aquel mundo legendario?

Quedaron las grullas, las cigüeñas y los bueyes,
quedaron la brisa del mar y el gran río.
Quedó la gente sencilla que sigue trabajando la tierra
donde sus ancestros vivieron,
quedaron la marisma ardiente, su santuario milenario
y las barcazas atravesando el río,
Los ecos de los peregrinos de las arenas
y el espíritu del pueblo de la eterna frontera,
el de las Columnas de Hércules,
los vecinos del Mar Tenebroso.

Quedaron los ecos de un país mil veces añorado,
sobre el que cada pueblo que lo visitó proyectó su propio espíritu,
le puso su propio nombre y guardó su recuerdo
como una época dorada dentro de su propia historia.

He vuelto a ver a las grullas
en los arrozales de Isla Mayor…

sábado, 18 de junio de 2011

No tiene lógica, pero existe

No tiene lógica, pero existe.
Es absurdo, pero real.
No se ajusta a ningún patrón,
a ninguna regla aparente.
Pero ahí lo ves, desafiando al tiempo
y a nuestra lógica estrecha y absurda
que rechaza lo que no entiende
y se inventa religiones a las que disfraza de ciencias,
para expulsar de nuestra mente más de media realidad.

Pero no te engañes: si no te gusta lo que ves
el problema no es del mundo, sino tuyo.
Si de verdad quieres cambiarlo, tienes que aceptarlo primero
y después podremos hablar.
Tu fantasía nos servirá después de que hayas entendido,
antes podrás entrenarla imaginando explicaciones
a todo aquello que ves.
Pero no te olvides de comprobarlas,
no vaya a ser que te engañes creyendo que has comprendido
aquello a lo que sólo pusiste un nombre
y dejaste en el mismo punto donde estaba cuando llegaste.

La retórica no es sabiduría,
sino palabrería vana
de charlatanes de feria,
que dicen estar de vuelta de todo
y no se han movido del lugar donde nacieron.

Subidos a la tribuna
gritan y gesticulan,
sentencian, pontifican,
insultan, descalifican,
nos juzgan y nos condenan.

Dicen que somos una suma de átomos
y que todo lo que se ve es pura química.
Debe ser así, porque su ira sólo puede ser fruto
de alguna mezcla explosiva.

Creo que llevan razón:
Ellos son pura química,
porque está claro que no ven
más allá de sus narices.

¿Alguna vez dialogaron con el hermano árbol?
Es imposible, porque hay que estar muy callados
y ellos no pueden, es superior a sus fuerzas;
hay que vaciar antes la mente,
desconectar, olvidar la existencia de todo mensaje verbal...

Hay que situarse en otro plano,
trascender ….
Es demasiado pedir.
Es más fácil decretar la inexistencia
de lo incomprensible.

Si sólo existe lo que vemos
mandarán…
los dueños de lo que vemos, claro,
los intérpretes de los dioses.

Pero la imaginación es libre,
escapa a los acaparadores de “la realidad”
y sus consecuencias son imprevisibles.

La imaginación es un arma de…
“creación” masiva.
La imaginación es vida,
es atributo de humanos, no de androides,
que es lo que ellos necesitan para perpetuar su dominio.

Haznos a todos un favor:
cuando les oigas decir que es imposible,
tu sigue trabajando.

Cuando te digan que será un fracaso,
tu sigue imaginando, sigue peleando,
sigue construyendo, sigue creando.

Cuando te digan que todo es pura química,
no se te ocurra contarles lo que te explicó el hermano árbol,
porque “todo el mundo sabe que los árboles no hablan”.

Sigue tu camino y olvídate de ellos.
Mañana, cuando tú y yo hayamos construido nuestra utopía,
se montarán en ella y nos dirán entonces que sin su ayuda
jamás lo habríamos logrado.
Nos dirán que ellos ya sabían lo que iba a pasar
y que con sus críticas en realidad nos estaban ayudando
para hacer nuestros proyectos más fuertes.

Ya ves como siempre caen de pie,
por eso ellos mandan y nosotros trabajamos.
Por eso ellos viven y nosotros creamos.
Por eso ellos tienen un filtro que les protegen
de las radiaciones del universo y nosotros…
bueno, nosotros somos esas radiaciones,
porque a estas alturas de la historia ya no sabemos
donde acabamos nosotros y donde empiezan los elementos
en los que vivimos sumergidos.

Tal vez nuestro cuerpo no sea más que otro elemento externo de esos que nos rodean.
Tal vez por eso carezcamos de su lógica delimitadora,
porque para delimitar primero hay que saber
donde acaba una cosa y donde empieza la otra
y me temo que ese asunto no lo tenemos demasiado claro.

Por eso cuando te digan que “no tiene lógica”
tú respóndeles simplemente: “pero existe”.

viernes, 17 de junio de 2011

Témele al hombre de un solo libro

 


Dijo el sabio:
“Témele al hombre de un solo libro.”

Es obvio que su Dios usa un canal muy estrecho
para dirigirse a los hombres.

Es obvio que ese canal está en manos
de muy pocos intérpretes.

Es obvio que si lo manipularan,
los demás nunca nos enteraríamos.

Es obvio que esos intérpretes
se fían muy poco de sus hermanos los humanos.

Es obvio, por tanto,
que no se fían nada de la obra de su Dios.

Es obvio que si tienen ellos que corregirlo
entonces lo están sustituyendo,
es decir, lo están suplantando.

Es obvio, por tanto,
que son unos impostores.