[1] Recibió una encomienda en La Española en 1502 y otra en Cuba en 1514.
[2] El número total de blancos, en el conjunto del Virreinato de la Nueva España, era de 63.000 en 1570, 600.000 en 1759 (240 años después de la llegada de Cortés a México) y de un millón en 1800. Se estima que la población indígena era de unos 10 millones de habitantes en el siglo XVI, 8 en el XVII, 7 en el XVIII y 3,5 en el XIX. Los mestizos, por su parte son 1,5 millones a principios del siglo XIX. Los negros nunca sobrepasaron la cifra de 20.000. En 1800 la población de la España peninsular era superior a la población total de este virreinato y no demasiado inferior a la suma de todos los habitantes de los virreinatos americanos del Imperio español.
Como comparación diremos que la población de las trece colonias inglesas que terminarían dando origen a los Estados Unidos de Norteamérica tenían 210.000 habitantes en 1690 y 2.121.376 habitantes en 1770 -de los cuales 1.664.279 eran de raza blanca (78,5 %) y 457.097 de raza negra (21,5 %) y esclavos en su inmensa mayoría. (http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/contextos/1637.htm 26/1/2009)-. Detrás de la poderosa expansión demográfica de este país no sólo se encuentran los disidentes religiosos ingleses de los siglos XVII y XVIII, sino buena parte de los excedentes de población de todo el continente europeo, así como gran cantidad de negros africanos obligados a cruzar el Atlántico y a trabajar para los aristócratas blancos instalados en los territorios más meridionales de aquellas colonias. Podemos decir que tenían a todo un continente detrás. Esta potencia expansiva imprimió un ritmo vertiginoso a los procesos históricos que tuvieron lugar en Norteamérica, creando una sociedad con un “tempo histórico” más acelerado.
El “choque de trenes” que se intuía, entre hispanos y anglosajones -ya a la altura de 1800-, fue entrevisto por Hegel, que dio por altamente probable la victoria anglosajona. Al fin y al cabo los españoles eran un pueblo “retrógrado” y relativamente débil para el grueso de los ilustrados y de sus herederos intelectuales. Además, la Historia parecía jugar a favor de Inglaterra y en contra de España; la Historia de los cronistas de las cortes victoriosas de la época, claro.
[3] Ver artículo: “Los imperios mestizos”, http://polobrazo.blogspot.com.es/2012/07/los-imperios-mestizos.html
[4] La caja torácica de un europeo no está adaptada para vivir en una ciudad como Cuzco que se halla situada a 3.400 metros de altitud o La Paz, que está a 3.600 m.
[5] Aunque los españoles -buena parte de los cuales proceden de una amplia meseta que presenta una altitud media de 600 metros sobre el nivel del mar o de zonas de montaña con una altitud más elevada todavía- son uno de los pueblos europeos mejor adaptados a este tipo de orografías. La aclimatación a los entornos mexicano y colombiano no presentó para ellos ninguna dificultad especial. Por el contrario, el nombre de Nueva España con el que bautizaron a la región donde habitaban los aztecas se debe a la gran semejanza que encontraron en el clima y la vegetación imperantes en la zona con respecto al de la Meseta Central española. Cortés, que era extremeño y procedía por tanto de ella, después de vivir durante años en el húmedo clima antillano de la isla de Cuba, debió sentir -al adentrarse en Mesoamérica- que estaba, en cierto modo, volviendo a casa.
Sin embargo, los altiplanos andinos eran otra cosa. Los 3.000 y 4.000 metros de altitud tan corrientes en ellos eran excesivos incluso para los montañeses ibéricos.
[6] “El Imperio Transversal”: http://polobrazo.blogspot.com.es/2012/06/el-imperio-transversal.html
[7] Primer santo negro de América.
[8] como por ejemplo la Virgen de Guadalupe.

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