viernes, 1 de diciembre de 2023

Los gobiernos de Zapatero

 



Primer gobierno Zapatero (2004)

 

El relevo de liderazgo en el Partido Socialista

Tras la derrota electoral de 1996, Felipe González designó, como su sucesor al frente del partido, a Joaquín Almunia, que fue elegido Secretario General en el 34º Congreso del PSOE, celebrado en Madrid entre los días 20 y 22 de junio de 1997.

La aparente tutela que buena parte de la población percibía de Felipe González sobre Almunia y la ejecutiva que él presidía llevaron a este último a convocar unas primarias para elegir candidato a la presidencia del gobierno de cara a las elecciones del año 2000 para intentar afianzar su propio liderazgo… ¡Pero las perdió!:

“Estando el PSOE en la oposición, [Josep] Borrell se impuso en las elecciones primarias del 24 de abril de 1998 para la elección del candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno en 2000, derrotando por un 55% de votos a Joaquín Almunia, entonces secretario general del partido.[1] Almunia era el candidato «oficialista» y contaba con el apoyo del aparato del partido y entre otros el antiguo presidente del gobierno Felipe González. Esta fue la primera ocasión en la que un partido político de España utilizaba un sistema de primarias abiertas a los militantes para la elección de su secretario general. Sin embargo, Borrell acabó renunciando el 14 de mayo del siguiente año en favor de Almunia, debido a la falta de apoyo de la dirección, y al escándalo de fraude fiscal de José María Huguet, un antiguo colaborador suyo cuando era Secretario de Estado de Hacienda.”[2]

Almunia finalmente, tras la renuncia de Borrell, se presentó a las elecciones de 2000 como candidato, obteniendo tan solo 125 diputados, el peor resultado desde 1982.

“Dimitió del cargo tras la mayoría absoluta lograda por el Partido Popular, dejando el PSOE en manos de una gestora presidida por Manuel Chaves, que se llamó Comisión Política, la cual organizó el XXXV Congreso en el que José Luis Rodríguez Zapatero fue elegido secretario general.”[3]

“Rodríguez Zapatero decidió que optaría a dirigir el PSOE durante el XXXV Congreso Federal de junio de 2000, tras la dimisión de Joaquín Almunia. Impulsó una nueva corriente dentro del partido, más centrista y a la vez más liberal, llamada la Nueva Vía. El proyecto Nueva Vía, más perfilado en lo programático que en lo ideológico, evocaba la Tercera Vía (Third Way) del primer ministro laborista británico Tony Blair y también el Nuevo Centro (Neue Mitte) del canciller socialdemócrata alemán Gerhard Schröder, los cuales pivotaban en nociones tales como el pragmatismo y la eficiencia a la hora de revisar las relaciones entre Estado y ciudadanía, y de asumir con naturalidad los imperativos de la economía del libre mercado en las sociedades contemporáneas. Por la misma razón, la propuesta de Zapatero parecía alejarse del socialismo más clásico que caracterizaba, por ejemplo, al primer ministro francés Lionel Jospin […] Compitió por la secretaría general con José Bono, Matilde Fernández y Rosa Díez. Zapatero era el "candidato sorpresa", y los críticos señalaban su inexperiencia mientras que los que le apoyaban indicaban que era la figura reformista que necesitaba el PSOE. El 22 de julio Zapatero ganó por un escaso margen (de 995 sufragios, obtuvo 414 apoyos; José Bono consiguió 405). Esta inesperada victoria se produjo gracias al apoyo del PSC.[4][5]

 

El vuelco de las expectativas electorales

La legislatura 2000-2004 fue durísima para el Partido Popular, como ya tuvimos ocasión de ver en el artículo anterior (atentados terroristas, Plan Ibarretxe, Guerra de Irak, Incidente de Perejil, Marea Negra, Accidente del Yak 42…). Las importantes movilizaciones llevadas a cabo por toda España en 2003 contra la participación de nuestro país en la guerra de Irak fueron impulsadas de manera decidida por el líder de la oposición y por el PSOE, y transmitieron a buena parte de la población española la idea de que nuestra presencia entre las fuerzas de ocupación en el conflicto iraquí tenía importantes consecuencias políticas que el gobierno del PP no había tenido en cuenta. Por desgracia, los atentados del 11-M terminaron confirmando las peores sospechas en pleno proceso para las elecciones generales de 2004. La reacción inmediata de un sector de la población contra la política exterior seguida por el último gobierno de José María Aznar se vio tres días después, el 14 de marzo. Más de un millón de personas cambiaron el sentido de su voto en tan sólo tres días.

“La sombra de los atentados estuvo presente y quizás fue un factor relevante para que cada partido obtuviese los votos de los anteriormente indecisos o abstencionistas. Algunos expertos en esta área concluyen que sin los atentados del 11-M el PP habría ganado las elecciones con la mayoría que le daban las encuestas una semana antes de los comicios. En las sedes del PP, la noche previa a la apertura de los colegios electorales, se concentraron miles de personas para mostrar su descontento con la política informativa del Ministerio del Interior sobre la autoría de los atentados, en el que el ministerio apuntaba como principal sospechosa a ETA, a pesar de que había otra línea de investigación abierta que cobraba más fuerza apuntando al terrorismo islámico y que toda la prensa internacional daba como más probable.[6] Esta controversia sobre la autoría de los atentados dio lugar a las Teorías de la Conspiración del 11M.”[7]


Evolución de la intención de voto entre PP y PSOE entre 2000 y 2004

 

Las elecciones del 14 de marzo

Los resultados de las elecciones generales del 14 de marzo, como ya vimos en el artículo anterior, fueron los siguientes:


“Los días 16 y 17 de abril de 2004 se celebró la sesión de investidura del candidato a presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. En la votación de investidura, Zapatero consiguió 183 votos a favor, 149 en contra y 19 abstenciones. Al obtener mayoría absoluta en la primera votación se declaró otorgada la confianza del Congreso de los Diputados al candidato. Seis fuerzas parlamentarias dieron su apoyo al candidato socialista, el mayor registro hasta la fecha.”[8]

Inmediatamente después, el recién nombrado Presidente anuncia la composición de su nuevo gobierno, formado por 16 ministros, 8 de los cuales eran hombres y los otros 8 mujeres, convirtiéndose así en el primer gobierno paritario de la Historia de España.

 

El giro en la política exterior

“La primera decisión que adoptó el nuevo gobierno socialista presidido por José Luis Rodríguez Zapatero fue ordenar la retirada de las tropas españolas de Irak, cumpliendo así lo prometido durante la campaña electoral. Esta decisión enfrió notablemente las relaciones con Estados Unidos porque se tomó mucho antes del plazo prometido —el 30 de junio— y sobre todo porque fue seguida de un llamamiento de Rodríguez Zapatero al resto de los países con tropas en Irak para que también las retiraran.[9][10]

La orden de retirada de Irak vino acompañada por un realineamiento estratégico de la política exterior española que significó un alejamiento del “atlantismo” de Aznar y un acercamiento hacia las posiciones que estaban defendiendo tanto Francia como Alemania, ambas bastante críticas con la aventura iraquí que había protagonizado el Trío de las Azores con el apoyo entusiasta de Polonia y de otros países que habían pertenecido en el pasado reciente al Pacto de Varsovia.

En ese contexto el gobierno Zapatero ayudó al desbloqueo de las negociaciones de un tratado para establecer una Constitución Europea, al que Aznar se había opuesto. Dicho tratado se firmó en Roma el 29 de octubre de 2004. El 20 de febrero de 2005 se celebró un referéndum de ratificación del mismo en nuestro país, en el que el 75% de los que participaron votaron a favor, pero con la mayor abstención de toda la democracia española.

“Sin embargo, Rodríguez Zapatero quedó aislado internacionalmente cuando el proyecto de la Constitución Europea naufragó —sumiendo a la Unión Europea en la peor crisis institucional de su historia— y, sobre todo, cuando Alemania y Francia se reconciliaron con Estados Unidos tras abandonar el poder sus dos principales aliados, el canciller alemán Gerhard Schröder y el presidente francés Jacques Chirac, sustituidos por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, respectivamente. Además la propuesta de Zapatero de la Alianza de Civilizaciones presentada ante la Asamblea General de la ONU de 2004 como alternativa a la guerra contra el terrorismo del presidente Bush encontró poco respaldo internacional.[11][12]

 

La “ampliación de derechos”

Mientras Zapatero estuvo en la presidencia del gobierno fueron viendo la luz una batería de leyes de contenido social que representaron una ampliación de derechos, como la de reconocimiento del matrimonio homosexual, la del divorcio exprés -que agilizaba los trámites del divorcio-, la de igualdad -que establecía garantías para asegurar la presencia “paritaria” de la mujer en la vida pública y laboral- o la ley de la Memoria Histórica -que reconocía los derechos de las víctimas del bando republicano en la Guerra Civil española, como en su día hizo el franquismo con las del bando nacional.

La reforma educativa de la LOE desencadenó una gran cantidad de movilizaciones patrocinadas por la Iglesia y por las diversas organizaciones católicas en “defensa de la familia” y la “libertad religiosa”, que contaron con un potente respaldo por parte del Partido Popular. Uno de los aspectos más polémicos de dicha ley fue la introducción de la nueva asignatura Educación para la ciudadanía, como alternativa a la de Religión.

 

Nuevo estatuto en Cataluña

“Después de muchos meses de intensos debates, el Parlamento de Cataluña aprobó el 30 de septiembre de 2005, con el voto a favor de 120 diputados [los de PSC, ERC, ICV y CiU] y el voto en contra de los 15 diputados del PP, el proyecto de nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña en el que se afirmaba en su artículo 1º que «Catalunya es una nación». Además se proponía un nuevo sistema de financiación que se aproximaba al sistema del concierto económico del que disfrutaban el País Vasco y Navarra; se ampliaban las competencias de la Generalidad y se «blindaban» para que el gobierno central no pudiera limitarlas mediante «leyes básicas»; y en fin se proponía una relación «bilateral» entre España y Cataluña que implícitamente reconocía la soberanía del «pueblo catalán». En seguida arreciaron las críticas contra la propuesta de nuevo Estatuto fundamentalmente por parte del PP y de los medios de comunicación afines porque suponía la instauración de un nuevo modelo «federal» o «confederal» del Estado que rompía abiertamente con la Constitución de 1978.[13][14]

Una vez aprobado en el parlamento catalán el nuevo estatuto pasó a las Cortes Generales, donde el debate alcanzó una intensidad extraordinaria. Zapatero, que durante la campaña electoral de 2004 se había comprometido a apoyarlo, se encontró con una fuerte oposición al mismo, incluso en su propio partido.

“Se inició así un duro debate en las Cortes generales para eliminar de la propuesta del Parlament los elementos más claramente anticonstitucionales, pero uno de los socios del tripartito catalán, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) se opuso a los «recortes», por lo que Rodríguez Zapatero decidió negociar directamente con el dirigente de CiU Artur Mas, otro de los impulsores del nuevo Estatuto, alcanzando el 22 de enero de 2006 un acuerdo: la definición de Cataluña como nación fue relegada al preámbulo del Estatuto y se matizaron sus elementos «soberanistas», incluida la financiación autonómica y la relación «bilateral» entre el Estado español y Cataluña.[15][16]

El Estatuto recortado que salió de las Cortes se votó en referéndum, en Cataluña, el 18 de junio de 2006, obteniendo un respaldo del 74 % de los votos emitidos, pero con una abstención que superaba el 50 %. Esquerra Republicana de Catalunya hizo campaña en contra del mismo porque consideraba que los recortes de competencias que se habían producido en las Cortes eran inaceptables. El PP también impulsó el voto “no”, pero por las razones contrarias, porque se había llegado demasiado lejos. De hecho presentó un recurso ante el Tribunal Constitucional.

“Tras entrar en vigor el 18 de junio de 2006, el Estatuto fue recurrido por considerarlo inconstitucional en siete ocasiones por siete instancias distintas: el Partido Popular a través de la firma de sus diputados y senadores contra 187 artículos y disposiciones; el Defensor del Pueblo contra 112 artículos y cuatro disposiciones adicionales, y cinco comunidades autónomas (Comunidad de Murcia contra el artículo 117, La Rioja contra 12 artículos y siete disposiciones adicionales, Gobierno de Aragón contra una disposición adicional, Generalidad Valenciana contra ocho artículos y cuatro disposiciones transitorias, Gobierno de las Islas Baleares contra lo que establece el Estatuto sobre el Archivo de la Corona de Aragón).[17][18]

El Tribunal emitió sentencia el 28 de junio de 2010, declarando inconstitucionales 14 artículos del mismo y marcando, además, la interpretación correcta que debía dársele a 10 más.

“El 10 de julio del 2010 tuvo lugar una manifestación en Barcelona, con el lema «Som una nació, nosaltres decidim»,[19] en contra de la resolución del Tribunal Constitucional, con el apoyo de todos los partidos políticos del Parlamento de Cataluña menos del PPC y de Ciutadans. La asistencia fue de un millón y medio según los organizadores y de un millón cien mil personas según la Guardia Urbana.”[20]

 

El “proceso de paz” en Euskadi

“Poco después de haber rechazado el 1 de febrero de 2005 en el Congreso de los Diputados —con el apoyo del PP— el Plan Ibarretxe que proponía convertir al País Vasco en un «Estado libre asociado» a España,[21] Rodríguez Zapatero, sin consultarlo previamente con el líder del PP Mariano Rajoy, anunció que estaba dispuesto a «dialogar» con ETA para poner fin al terrorismo si mostraba una clara disposición a abandonar la violencia.[22]

Casi un año después, el 22 de marzo de 2006, ETA anunciaba un «alto el fuego permanente» y que hablaría con el gobierno sobre el «fin de la violencia» si paralelamente se formaba una «mesa de partidos» que incluiría a la ilegalizada Batasuna y en la que se discutirían los temas «políticos» del «conflicto». La respuesta del PP ante estos hechos fue acusar al gobierno de haber roto unilateralmente el Pacto Antiterrorista de 2000 y a continuación lo sometió a un intenso acoso tanto en las Cortes —donde Mariano Rajoy llegó a acusar a Zapatero de «haber traicionado a los muertos»— como en la calle, apoyando la larga serie de manifestaciones contra la «rendición» ante ETA que convocó la Asociación de Víctimas del Terrorismo y que congregaron en Madrid a cientos de miles de personas.[23][24]

Pese a todo, se abrió el proceso negociador con la dirección de ETA, que llegó pronto a una situación de estancamiento, ya que ésta vinculó el abandono de las armas con el reconocimiento explícito por parte del Estado del “Derecho a la autodeterminación” de Euskal Herria, que incluía también a Navarra. El 30 de diciembre de 2006 ETA puso una bomba de gran potencia en la terminal T-4 del aeropuerto de Barajas, que mató a dos personas y provocó grandes daños materiales. El Gobierno “dio por «suspendido» el «proceso de paz»”[25] y endureció su política contra todo el complejo abertzale, deteniendo a toda la cúpula de Batasuna (incluido su máximo dirigente, Arnaldo Otegi) e ilegalizó al Partido Comunista de las Tierras Vascas y a Acción Nacionalista Vasca. Como consecuencia, las fuerzas de la izquierda abertzale en el País Vasco empezaron a distanciarse de ETA, lo que terminaría teniendo importantes consecuencias políticas.

En las elecciones al Parlamento Vasco de 2009 no se pudo presentar ningún grupo de la izquierda abertzale, lo que tuvo como consecuencia que el Partido Socialista de Euskadi-PSOE pudiera formar gobierno en minoría, presidido por Patxi López, con los votos del Partido Popular. Fue el primer gobierno vasco de la historia en el que no había ni un solo consejero nacionalista.

“El cambio de gobierno en Euskadi, la salida de las instituciones de los grupos herederos de Batasuna y la eficaz lucha de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado contra ETA —en menos de dos años fueron detenidos todos los miembros de la dirección que había impuesto en 2007 la ruptura de la tregua—, entre otras razones, obligaron a la izquierda abertzale a replantearse su estrategia política. Así en febrero de 2010, Batasuna presentó un primer documento en el que apostaba por un «proceso democrático en ausencia de violencia», que fue seguido de la llamada «Declaración de Bruselas» en la que un grupo de intermediación internacional encabezado por el abogado sudafricano Brian Currin hizo un llamamiento a ETA para que declarara un alto el fuego permanente.

Tras el primer intento fallido con Sortu, la izquierda abertzale consiguió el aval del Tribunal Constitucional para la coalición Bildu que había formado con otras fuerzas, por lo que pudo presentarse a las elecciones municipales y forales de mayo de 2011 y en las que consiguió muy buenos resultados —la alcaldía de San Sebastián y la Diputación Foral de Guipúzcoa, pasaron a estar presididas por un miembro de Bildu—.

El 20 de octubre, a un mes de las elecciones generales españolas en las que la izquierda abertzale se presentaba dentro de la coalición Amaiur, ETA anunciaba el abandono definitivo de la «lucha armada» lo que abrió un nuevo escenario político en el País Vasco. Según Ignacio Sánchez-Cuenca, el fin del terrorismo constituyó «uno de los mayores logros de Zapatero» conseguido gracias al «proceso de paz» iniciado en la legislatura anterior que, a pesar de que ETA rompió la tregua, puso las condiciones para que la izquierda abertzale apostara por las vías pacíficas y para que ETA quedara aislada, lo que finalmente le condujo al cese definitivo de la violencia.”[26]

 

España como país receptor neto de inmigrantes

“El espectacular crecimiento económico iniciado a mediados de la década anterior había sido posible por la presencia de cientos de miles de emigrantes procedentes de América Latina, el Magreb y Europa oriental —y que convirtieron a España en el principal foco de inmigración de la Unión Europea—. Pero la mayoría de ellos eran emigrantes sin papeles por lo que el gobierno decidió proceder a una «regularización» masiva a lo largo de 2005 que afectó a unas 700.000 personas que obtuvieron el permiso de residencia presentando un contrato de trabajo. El PP acusó al gobierno de que con la medida había provocado un «efecto llamada» de nuevos emigrantes que esperaban conseguir fácilmente la legalización de su estancia en España. Una vez acabada la gran regularización de 2005 —que también fue criticada por la Unión Europea ya que no se le había consultado— el gobierno decidió endurecer su política inmigratoria para evitar la entrada de nuevos «ilegales». La integración de los cuatro millones de emigrantes que habían llegado a España en los últimos 10 años —por lo que los extranjeros suponían ya casi el 10% de la población— planteó un enorme reto para la sociedad española, pero no se produjeron graves incidentes racistas o xenófobos, lo que hizo de España una excepción en el contexto europeo.”[27]

 

La crisis económica de 2008

Cuando Zapatero llegó a la Presidencia del Gobierno la economía española se encontraba en plena expansión, absorbiendo gran cantidad de capitales y de inmigrantes procedentes del exterior, pero ese crecimiento era, en buena parte, puramente especulativo y tenía los pies de barro. El Mercado Único europeo y la implantación del euro en nuestro país tuvieron una gran cantidad de efectos perversos en la economía que dio lugar a lo que se conoció como la “política del pelotazo”, que creó una burbuja inmobiliaria insostenible en el tiempo. Los tipos de interés de los créditos inmobiliarios pasaron desde el entorno del 15 % a mediados de los 80 hasta el 2 % a mediados de la década del 2000. Por el camino, José María Aznar había liberalizado el sector para convertirlo en el motor de su modelo de desarrollo económico. Los empresarios de la construcción, con la complicidad de los alcaldes y los concejales de urbanismo de casi toda España, se embarcaron en una política de edificaciones masivas que consiguieron que nuestro país llegara a consumir más cemento que el resto de los de la Unión Europea juntos, algo a todas luces irracional e imposible de sostener. Por otra parte, España presentaba un déficit en la balanza de pagos brutal. Mientras el gobierno reducía aceleradamente la deuda externa, los bancos, las empresas y los particulares se endeudaban hasta los ojos, como si los préstamos no hubiera que pagarlos después. La facilidad para obtener dinero a bajas tasas de interés (las más bajas de los últimos 40 años) provocaron una guerra total entre las diversas entidades bancarias para captar clientes en el mercado hipotecario, que estaba sentando las bases para el estallido de la burbuja inmobiliaria.

“La construcción de viviendas —en 2006 se alcanzó el cénit con el inicio de cerca de 800.000 viviendas nuevas— estaba motivada por el crecimiento de la demanda, pero gran parte de ella era el resultado de un movimiento especulativo en torno al «ladrillo» ya que muchas personas no compraban las viviendas para habitarlas sino para colocar sus ahorros esperando venderlas más tarde a un precio superior. Así fue como se alimentó la «burbuja inmobiliaria en España».[28][29]

En España, históricamente, buena parte del ahorro de los particulares se había venido canalizando a través de las cajas de ahorro, que eran pequeñas instituciones de crédito de ámbito local o provincial impulsadas por diversas fundaciones, muchas de las cuales se crearon como instituciones de beneficencia, que habían venido desarrollando una gran labor social en sus respectivas áreas de actuación geográfica. Las cajas de ahorro permeaban la geografía española, y estaban estrechamente vinculadas con los ayuntamientos o las diputaciones provinciales, suponiendo más del 50% del sistema financiero español a principios del siglo XXI.

“En el siglo XX, comenzó el proceso de fusiones y concentraciones, que continúa en el siglo XXI de manera más profunda con múltiples fusiones, sistemas institucionales de protección (SIP) y absorciones por parte de otras entidades. Además, la principal novedad es que han surgido entidades bancarias creadas por las cajas de ahorros a las que han traspasado su actividad financiera.”[30]

“La crisis financiera española fue una crisis de entidades de crédito […] por supuesto, la principal responsabilidad era de los directivos y gestores que concedieron los créditos. [pero…] nos referimos a entidades de carácter social en las que algunas administraciones públicas no sólo tenían funciones de supervisión -las CC.AA.-, sino que los partidos políticos designaban a los miembros de los consejos de administración.”[31]

En el verano de 2007 se produjo el estallido de la crisis provocada por las hipotecas subprime en Estados Unidos, que rápidamente se extendió al resto del mundo y que sorprendió a nuestro país en el momento álgido de la burbuja inmobiliaria. La economía española entró en recesión y el paro se disparó. Empezaron a quebrar empresas en cascada, especialmente las del sector de la construcción, y buena parte de los créditos hipotecarios dejaron de pagarse, arrastrando al sector bancario, especialmente al segmento de las cajas de ahorro que eran las que estaban más expuestas. El déficit público alcanzó el 11,2 % en 2009 y el PIB llegó a caer un 3,7 %. El paro subió por encima del 2 % (más de cuatro millones de personas).

“Las cajas [de ahorro] más expuestas al negocio del «ladrillo» se encontraron al borde de la bancarrota, por lo que el Banco de España impulsó la fusión de las más problemáticas con las más sanas para «limpiar» los balances junto con su «bancarización», al privatizarse su patrimonio dejando de ser entidades públicas. Así se pasó de las 45 cajas de antes de la crisis a 15 en 2010, pero el Estado tuvo que aportar dinero público a través del FROB para sanear algunas de ellas y hacer posible las fusiones. La más importante fue la de CajaMadrid y de la valenciana Bancaja, que dio nacimiento a Bankia, convertida en la tercera entidad financiera del país.[32][33]

 

Las políticas de ajuste

“En los primeros meses de 2010 la difícil situación económica se agravó a causa del estallido de la crisis de la deuda soberana europea iniciada por la declaración de insolvencia de Grecia.[34] Enseguida la deuda del resto de los países de la zona euro que, como Grecia, presentaban un fuerte déficit en su balanza de pagos —fundamentalmente Irlanda y los países del sur, incluida España— comenzó a ser «atacada» en los mercados financieros con el consiguiente aumento de la «prima de riesgo» respecto del bono alemán, que era el título de referencia, y ello a pesar de que la deuda del Estado en España solo representaba un 20% de la deuda total –y hasta 2007 había mantenido unas cuentas saneadas—, mientras que el 80% restante correspondía a las familias y a las empresas. Entonces los países acreedores de la zona euro, encabezados por Alemania, y con el apoyo del Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI, impusieron a los deudores la disminución de su gasto público para reducir el déficit presupuestario generado por la caída de los ingresos fiscales a causa de la recesión y por la aplicación de los paquetes de estímulo para salir de ella.[35][36]

En ese contexto, el 12 de mayo de 2010 Zapatero anunció una disminución del gasto público de 15.000 millones de euros que pretendía conseguir la reducción del déficit al 3% en 2014, y que se tradujo en la bajada del sueldo de todos los funcionarios públicos en un 5%, la congelación de las pensiones (excepto las no contributivas) y la reducción de las prestaciones previstas en la Ley de Dependencia. Esta contracción del gasto público llevó al país a una nueva recesión a finales de 2011.

“El gobierno aprobó la reforma del mercado de trabajo en septiembre de 2010 con el propósito de hacerlo más «flexible» […] En cuanto a las pensiones, la nueva ley aprobada en junio de 2011 elevó la edad de jubilación de los 65 a los 67 años y amplió el periodo de cómputo para el cálculo de la pensión de 15 a 25 años, además de aumentar de 35 a 38 años y medio el periodo de cotización para cobrar la pensión máxima. Por último, ante la falta de acuerdo entre sindicatos y patronal el gobierno aprobó también en junio de 2011 un Real Decreto Ley que «flexibilizaba» el sistema de negociación colectiva.[37][38]

El 29 de septiembre de 2010 los sindicatos CCOO y UGT convocaron una huelga general, que selló la ruptura entre las mismas y el gobierno. En el verano de 2011 el gobierno socialista consensuó con el PP una reforma del artículo 135 de la Constitución, cuyos dos primeros párrafos quedaron como siguen:

“1) Todas las Administraciones Públicas adecuarán sus actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria.

2) El Estado y las Comunidades Autónomas no podrán incurrir en un déficit estructural que supere los márgenes establecidos, en su caso, por la Unión Europea para sus Estados Miembros.”[39]

 

El movimiento 15M

“El domingo anterior a la celebración de las elecciones municipales y autonómicas, 15 de mayo de 2011, se produjeron manifestaciones de «indignados», en su mayoría jóvenes, en las principales ciudades españolas convocadas por la plataforma «¡Democracia Real Ya!». Al día siguiente un grupo de ellos decidió acampar en la Puerta del Sol de Madrid, tomando como ejemplo la plaza Tahrir de El Cairo, cuya revuelta había iniciado la «primavera árabe» de Egipto. El desalojo por la policía no hizo sino aumentar el número de acampados que acabaron ocupando toda la plaza y consiguiendo una gran cobertura mediática nacional e internacional, además de que su ejemplo se extendió rápidamente a las plazas de muchas ciudades, como la Plaza de Cataluña de Barcelona. Allí permanecieron durante varias semanas.[40]

Uno de los eslóganes más repetidos en las asambleas que celebraron los acampados fue el de «¡No nos representan!» en referencia a los grandes partidos políticos, con lo que «transmitían con gran contundencia la frustración de muchos ciudadanos ante las elites políticas y económicas del país».[41] Así nació el que sería conocido como el movimiento 15-M, que entre otros objetivos, se proponía acabar con los privilegios de los «poderosos», especialmente onerosos en el contexto de la crisis. Fue «una expresión de ira contenida y de crítica profunda a la democracia representativa de partidos políticos».”[42]

El 15 de mayo hubo manifestaciones en más de 50 ciudades españolas. La disolución por la policía de la de Madrid provocó la extensión de las acampadas, de forma inmediata, en buena parte de las capitales de provincia. Algunas de ellas se mantuvieron durante semanas, hasta bien entrado el mes de junio:

“Levantada la Acampada de Sol, la actividad se trasladó a los barrios y pueblos, constituyéndose las asambleas populares, que formaron la Asamblea Popular de Madrid:

«Nuestro objetivo inicial fue extender el movimiento 15M, propagar en el ámbito de lo local la democracia participativa directa, el método asambleario, la recuperación del espacio público y el pensamiento crítico.

Para ello se efectuó un llamamiento generalizado el 24 de mayo para que las personas que desearan organizar las asambleas locales se pusieran en contacto entre sí. Esas personas dinamizaron y coordinaron las asambleas populares que tuvieron lugar el sábado 28 de mayo. Nacieron más de cien en la Comunidad de Madrid y reunieron alrededor de 30.000 personas.

Al día siguiente, 29 de mayo, sus portavoces se reunieron por primera vez en Sol en lo que se conoce como Asamblea Popular de Madrid. Desde entonces hasta hoy las asambleas populares locales se han reunido regularmente y han alcanzado distintos niveles de auto-organización y participación.

Comisión de extensión a Barrios de la Acampada Sol.»

Estas acampadas se transforman en asambleas populares abiertas que se celebran generalmente en plazas o parques y están estructuradas en diversas comisiones (legal, comunicación, acción, actividades, barrios, estatal e internacional, información, infraestructuras, lenguas de signos) y grupos de trabajo (cultura, educación, política, economía, medio ambiente, trabajo social, feminismos, ciencia y tecnología, diálogo entre religiones, migración y movilidad, pensamiento).[43] […] De forma similar, se fueron levantando el resto de Acampadas y se crearon asambleas con reuniones físicas periódicas en el resto de España y del mundo. La enciclopedia 15Mpedia contabiliza información de más de 500 asambleas por todo el mundo (más de 450 en España).”

[…]

“En la fase de globalización del 15M las identidades colectivas que asumen casi en su totalidad el liderazgo de la difusión en la red. La manifestación del 15 de octubre de 2011 representa la globalización de la red del 15M con la participación del movimiento Occupy Wall Street en su fase de explosión.”[44]


Puerta del Sol el 20 de mayo de 2011 (fuente: Wikipedia)

Las réplicas del movimiento 15M, como vemos, desbordaron las fronteras de nuestro país, extendiéndose por Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia…

Occupy Wall Street fue una rama de la acción de protesta del Movimiento 15-O que desde el 17 de septiembre de 2011 mantuvo ocupado el Zuccotti Park de Lower Manhattan en la Ciudad de Nueva York, Estados Unidos.

Esta concentración de protesta se dirigió contra el poder de las empresas y las evasiones fiscales sistemáticas del 1% más rico. Los iniciadores expresaron el deseo de que la ocupación dure "algunos meses". El 27 de septiembre hubo protestas en 52 ciudades, entre ellas Boston, San Francisco, Los Ángeles, Portland y Chicago.”[45]

El movimiento 15M mantuvo activas multitud de asambleas de pueblos y de barrios durante los años siguientes por toda la geografía de nuestro país, así como una coordinadora estatal y varias territoriales que, a su vez, impulsarán nuevos movimientos, como STOP Desahucios, los bancos del tiempo, las monedas sociales… y estuvieron en la base de nuevas propuestas políticas que terminarían concretándose varios años más tarde en el movimiento Podemos.

 

Crisis política y elecciones generales

“La valoración del gobierno, de su presidente y del PSOE fue cayendo en las encuestas. Lo que García de Cortázar y González Vesga han llamado el «particular vía crucis del PSOE» comenzó en marzo de 2009 cuando se celebraron las elecciones a los Parlamentos gallego y vasco. Aunque en Euskadi el socialista Patxi López fue investido como lehendakari —gracias al apoyo de los diputados del PP—, en Galicia el Partido Popular encabezado por Alberto Núñez Feijoo consiguió la mayoría absoluta y desalojó del poder a la coalición PSG-BNG que había gobernado Galicia desde 2005. El retroceso socialista y el avance popular se confirmó en las elecciones al Parlamento Europeo de 2009, en las que el PP venció por primera vez al PSOE en unas elecciones generales desde 2004.[46]

“A partir de entonces comenzó la presión de los dirigentes del PSOE para que Rodríguez Zapatero anunciara si se presentaría o no a las siguientes elecciones generales. El 2 de abril de 2011, mes y medio antes de que se celebraran las elecciones municipales y autonómicas, Zapatero comunicó que no sería el cabeza de lista en las próximas elecciones. Sin embargo, la renuncia de Zapatero no evitó el descalabro socialista ya que el PSOE se situó 10 puntos por debajo del Partido Popular.[47] El Partido Popular se hizo con el gobierno de 34 capitales de provincia, mientras que el PSOE solo mantuvo nueve, además de las ciudades de Vigo y Hospitalet de Llobregat entre las ciudades de más de 250.000 habitantes. Y de las 13 comunidades en disputa solo Asturias, Navarra y Canarias escaparon al control del Partido Popular, y de las tres únicamente Asturias fue gobernada por el PSOE. Posiblemente el triunfo más significativo del PP fue el de Castilla-La Mancha, una comunidad autónoma que desde su constitución había estado gobernada por el PSOE y que ahora pasaba a presidirla la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Otro gobierno emblemático que obtuvo el PP fue el de Extremadura, en este caso gracias a la abstención de Izquierda Unida que se negó a apoyar al candidato socialista.”

“Ante la pérdida de apoyos a su gobierno, el presidente Rodríguez Zapatero decidió adelantar las elecciones generales previstas para marzo de 2012 al 20 de noviembre de 2011. El resultado fue una victoria aplastante del Partido Popular que consiguió la mayoría absoluta —186 diputados, tres más que en la anterior mayoría absoluta del PP en las elecciones de 2000— mientras que el PSOE registró el peor resultado de todo el reinado de Juan Carlos I pues solo logró 110 diputados, perdiendo 59 de los que obtuvo en las elecciones de 2008. El PSOE fue «víctima de la oleada conservadora, que arrasó en feudos socialistas en anteriores comicios, y de la huida en masa de los votantes izquierdistas, muchos de los cuales se refugiaron en la abstención o dirigieron sus esperanzas a IU», encabezada por Cayo Lara, que obtuvo 11 diputados. Las mayores sorpresas de las elecciones la constituyeron la UPyD de Rosa Díez que consiguió 5 diputados, la coalición vasca Amaiur —formada por Eusko Alkartasuna, Aralar, Alternatiba y la izquierda abertzale, ya presente en Bildu— que consiguió otros seis escaños con un programa de defensa del derecho de autodeterminación de Euskadi, y CiU que creció de 10 a 16 diputados, desplazando al PSC como partido más votado en Cataluña.”[48]

Los resultados de las elecciones fueron los siguientes:


El martes 20 de diciembre de 2011 fue investido Mariano Rajoy, candidato del Partido Popular, como Presidente del Gobierno con 187 votos a favor, 149 en contra y 14 abstenciones.



[1] «Josep Borrell, un veterano europeísta y azote del independentismo». eldiario.es. Consultado el 4 de junio de 2018.

[4] «Zapatero dobló el pulso al aparato con el apoyo de guerristas, IS y partidarios de Díez y Borrell». ABC.es. 23 de julio de 2000. Consultado el 22 de enero de 2015.

[6] Juan Jesús Sánchez Manzano: Las bombas del 11 M. Relato de los hechos en primera persona, pág. 50 y 344. Madrid. Editor: J.J. Sánchez, 2013. ISBN 978-1-493797-31-8. «3.1. Una política de comunicación anormal Con independencia del interés lógico del Gobierno por ofrecer a los ciudadanos información puntual dada la cercanía de las elecciones, en mi opinión los partidos políticos quisieron conocer, interpretar y comunicar los datos que se generaban con demasiada rapidez. »

[9] García de Cortázar, Fernando; González Vesga, José Manuel (2012). Breve historia de España (6ª edición). Madrid: Alianza Editorial. ISBN 978-84-206-7374-5. p. 680.

[11] García de Cortázar, Fernando; González Vesga, José Manuel (2012). Breve historia de España (6ª edición). Madrid: Alianza Editorial. pp. 681-683.

[13] García de Cortázar, Fernando; González Vesga, José Manuel (2012). Breve historia de España (6ª edición). Madrid: Alianza Editorial. p. 677-678.

[15] García de Cortázar, Fernando; González Vesga, José Manuel. Ibíd. p. 678.

[17] “Estatuto de Cataluña: siete recursos y cuatro recusaciones”, El País, 28 de junio de 2010.

[19] “Masiva manifestación en Barcelona en apoyo al Estatut y contra el Constitucional”. El Mundo, 10 de julio de 2010.

[21] García de Cortázar, Fernando; González Vesga, José Manuel. Ibíd. p. 669-670.

[22] Ibíd. p. 674-675.

[23] Ibíd. p. 675-679.

[25] Ibíd.

[26] Ibíd.

[27] Ibíd.

[28] Sánchez-Cuenca, Ignacio (2012). Años de cambios, años de crisis. Ocho años de gobiernos socialistas, 2004-2011. Madrid: Los Libros de la Catarata-Fundación Alternativas. p. 59

[31] Francisco de la Torre Díaz: Y esto, ¿Quién lo paga? Penguin Random House Grupo Editorial. Barcelona. 2023. p. 66.

[32] García de Cortázar, Fernando; González Vesga, José Manuel (2012). Breve historia de España (6ª edición). Madrid: Alianza Editorial. p. 695-696.

[34] Sánchez-Cuenca, Ignacio (2012). Años de cambios, años de crisis. Ocho años de gobiernos socialistas, 2004-2011. Madrid: Los Libros de la Catarata-Fundación Alternativas. pp. 45-46.

[35] Ibíd. p. 76-79.

[37] Sánchez-Cuenca, Ignacio: Ibíd. p. 84-87.

[40] García de Cortázar, Fernando; González Vesga, José Manuel: Ibíd. p. 704-705.

[41] Sánchez-Cuenca, Ignacio: Ibíd. p. 64.

[42] https://es.wikipedia.org/wiki/Gobiernos_de_Rodr%C3%ADguez_Zapatero (15/11/2023).

[43]  «Actas: de #acampadasol». Archivado desde el original el 23 de abril de 2014. Consultado el 23 de abril de 2014.

[46] García de Cortázar, Fernando; González Vesga, José Manuel: Ibíd. p. 712-713.

[47] Sánchez-Cuenca, Ignacio (2014). La impotencia democrática. Sobre la crisis política de España. Madrid: Los Libros de la Catarata. p. 93.

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