lunes, 1 de agosto de 2022

Nos queda la palabra. La lucha de los poetas bajo el franquismo

 

“Si he perdido la vida, el tiempo, todo

lo que tiré, como un anillo, al agua,

si he perdido la voz en la maleza,

me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo

lo que era mío y resultó ser nada,

si he segado las sombras en silencio,

me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro

puro y terrible de mi patria,

si abrí los labios hasta desgarrármelos,

me queda la palabra.”

Blas de Otero: “En el principio”. Pido la paz y la palabra (1955).

Algunas voces que clamaban en medio del páramo intelectual impuesto por la represión franquista irían abriendo una senda que se fue ensanchando con los años hasta convertirse en una avalancha humana que terminaría cambiando para siempre la historia de nuestro país.

Hoy, buena parte de ellos han sido olvidados como consecuencia de la amnesia colectiva que nos invade, y ha dejado de ser políticamente correcto citarlos, tal y como pasó en los duros años de la represión franquista, pero su testimonio ayudó a hacer posible la España en la que ahora vivimos. Es justo y es necesario recordarlos para que nunca olvidemos de dónde venimos.


Poetas antifranquistas: Blas de Otero, Gabriel Celaya, Rafael Alberti y Miguel Hernández.

 

La dura postguerra

Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre

se escucha que transita solamente la rabia,

que en los tuétanos tiembla despabilado el odio

y en las médulas arde continua la venganza,

las palabras entonces no sirven: son palabras.

 

Balas. Balas.

 

Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,

humaredas perdidas, neblinas estampadas.

¡qué dolor de papeles que ha de barrer el viento,

qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua!

 

Balas. Balas.

 

Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,

lo desgraciado y muerto que tiene una garganta

cuando desde el abismo de su idioma quisiera

gritar lo que no puede por imposible, y calla.

 

Balas. Balas.

 

Siento esta noche heridas de muerte las palabras.

Rafael Alberti (Nocturno)

 

Describir la rabia, la desesperación, la desesperanza que vivieron los vencidos no es tarea fácil. Pero algunos de nuestros grandes poetas que la sufrieron supieron plasmarla de manera magistral. La poesía de los años 40 y 50 refleja la dureza del momento que estaban viviendo o que acababan de vivir…

Me llamarán, nos llamarán a todos.

Tú, y tú, y yo, nos turnaremos,

en tornos de cristal, ante la muerte.

Y te expondrán, nos expondremos todos

a ser trizados ¡zas! por una bala.

 

Bien lo sabéis. Vendrán

por ti, por mí, por todos.

Y también

por ti.

 

(Aquí no se salva ni dios, lo asesinaron.)

 

Escrito está. Tu nombre está ya listo,

temblando en un papel. Aquél que dice:

Abel, Abel, Abel...o yo, tú, él....

 

Blas de Otero (Me llamarán, nos llamarán a todos)

 

Ellos, los vencedores

caínes sempiternos,

de todo me arrancaron.

Me dejan el destierro.

 

Una mano divina

tu tierra alzó en mi cuerpo

y allí la voz dispuso

que hablase tu silencio.

 

Contigo solo estaba,

en ti sola creyendo;

pensar tu nombre ahora

envenena mis sueños.

 

Amargos son los días

de la vida, viviendo

sólo una larga espera

a fuerza de recuerdos.

 

Un día, tú ya libre

de la mentira de ellos,

me buscarás. Entonces

¿Qué ha de decir un muerto?

 

Luis Cernuda (Un español habla de su tierra)

 

En primer plano estuvo primero la represión, luego la necesidad de la supervivencia, el compromiso ético con los tuyos…

Tú no puedes volver atrás

porque la vida ya te empuja

como un aullido interminable.

Te sentirás acorralada

te sentirás perdida o sola

tal vez querrás no haber nacido.

 

Yo sé muy bien que te dirán

que la vida no tiene objeto,

que es un asunto desgraciado.

 

Entonces siempre acuérdate

de lo que un día yo escribí

pensando en ti como ahora pienso.

 

La vida es bella, ya verás

como a pesar de los pesares

tendrás amigos, tendrás amor.

 

Un hombre solo, una mujer

así tomados, de uno en uno

son como polvo, no son nada.

 

Pero yo cuando te hablo a ti,

cuando te escribo estas palabras,

pienso también en otros hombres.

 

Tu destino está en los demás,

tu futuro es tu propia vida,

tu dignidad es la de todos.

 

Otros esperan que resistas

que les ayude tu alegría

tu canción entre sus canciones.

 

Entonces siempre acuérdate

de lo que un día yo escribí

pensando en ti como ahora pienso.

 

Nunca te entregues ni te apartes

junto al camino, nunca digas

no puedo más y aquí me quedo.

 

La vida es bella, tú verás

como a pesar de los pesares,

tendrás amor, tendrás amigos.

 

Por lo demás no hay elección

y este mundo tal como es

será todo tu patrimonio.

 

Perdóname no sé decirte

nada más pero tú comprende

que yo aún estoy en el camino.

 

Y siempre siempre acuérdate

de lo que un día yo escribí

pensando en ti como ahora pienso.

José Agustín Goytisolo (Palabras para Julia)

 

La cebolla es escarcha

cerrada y pobre:

escarcha de tus días

y de mis noches.

Hambre y cebolla:

hielo negro y escarcha

grande y redonda.

 

En la cuna del hambre

mi niño estaba.

Con sangre de cebolla

se amamantaba.

Pero tu sangre

escarchaba de azúcar,

cebolla y hambre.

 

Una mujer morena,

resuelta en luna,

se derrama hilo a hilo

sobre la cuna.

Ríete, niño,

que te tragas la luna

cuando es preciso.

 

Alondra de mi casa,

ríete mucho.

Es tu risa en los ojos

la luz del mundo.

Ríete tanto

que en el alma, al oírte,

bata el espacio.

 

Tu risa me hace libre,

me pone alas.

Soledades me quita,

cárcel me arranca.

Boca que vuela,

corazón que en tus labios

relampaguea.

 

Es tu risa la espada

más victoriosa.

Vencedor de las flores

y las alondras.

Rival del sol,

porvenir de mis huesos

y de mi amor.

Desperté de ser niño.

Nunca despiertes.

Triste llevo la boca.

Ríete siempre.

Siempre en la cuna,

defendiendo la risa

pluma por pluma.

Al octavo mes ríes

con cinco azahares.

Con cinco diminutas

ferocidades.

Con cinco dientes

como cinco jazmines

adolescentes.

 

Frontera de los besos

serán mañana,

cuando en la dentadura

sientas un arma.

Sientas un fuego

correr dientes abajo

buscando el centro.

 

Vuela niño en la doble

luna del pecho.

Él, triste de cebolla.

Tú, satisfecho.

No te derrumbes.

No sepas lo que pasa

ni lo que ocurre.

 

Miguel Hernández (Nanas de la cebolla)

 

Después se abrió paso la sensación de soledad…

 

¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora?

¿Qué miran los poetas andaluces de ahora?

¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora?

 

Cantan con voz de hombre, ¿pero dónde los hombres?

Con ojos de hombre miran, ¿pero dónde los hombres?

Con pecho de hombre sienten, ¿pero dónde los hombres?

 

Cantan, y cuando cantan parece que están solos.

Miran, y cuando miran parece que están solos.

Sienten, y cuando sienten parece que están solos.

 

¿Es que ya Andalucía se ha quedado sin nadie?

¿Es que acaso en los montes andaluces no hay nadie?

¿Que en los mares y campos andaluces no hay nadie?

 

¿No habrá ya quien responda a la voz del poeta?

¿Quién mire al corazón sin muros del poeta?

¿Tantas cosas han muerto que no hay más que el poeta?

 

Cantad alto. Oiréis que oyen otros oídos.

Mirad alto. Veréis que miran otros ojos.

Latid alto. Sabréis que palpita otra sangre.

 

No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo

encerrado. Su canto asciende a más profundo

cuando, abierto en el aire, ya es de todos los hombres.

 

Rafael Alberti (Balada para los poetas Andaluces de hoy)

 

Y poco a poco iría surgiendo la esperanza en el futuro…

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,

mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,

fieramente existiendo, ciegamente afirmando,

como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente

los vertiginosos ojos claros de la muerte,

se dicen las verdades:

las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Poesía para el pobre, poesía necesaria

como el pan de cada día,

como el aire que exigimos trece veces por minuto,

para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

 

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan

decir que somos quien somos,

nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.

Estamos tocando el fondo.

 

Maldigo la poesía concebida como un lujo

cultural por los neutrales

que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.

Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren

y canto respirando.

Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas

personales, me ensancho.

 

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,

y calculo por eso con técnica, qué puedo.

Me siento un ingeniero del verso y un obrero

que trabaja con otros a España en sus aceros.

 

Tal es mi poesía: poesía-herramienta

a la vez que latido de lo unánime y ciego.

Tal es, arma cargada de futuro expansivo

con que te apunto al pecho.

 

No es una poesía gota a gota pensada.

No es un bello producto. No es un fruto perfecto.

Es algo como el aire que todos respiramos

y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

 

Son palabras que todos repetimos sintiendo

como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.

Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.

Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.

 

Gabriel Celaya (La poesía es un arma cargada de futuro)

 

Y la necesidad de construir un nuevo país…

Nosotros somos quien somos.

¡Basta de Historia y de cuentos!

¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.

 

Ni vivimos del pasado,

ni damos cuerda al recuerdo.

Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.

 

Somos el ser que se crece.

Somos un río derecho.

Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.

 

Somos bárbaros, sencillos.

Somos a muerte lo ibero

que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.

 

De cuanto fue nos nutrimos,

transformándonos crecemos

y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.

 

¡A la calle! que ya es hora

de pasearnos a cuerpo

y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

 

No reniego de mi origen

pero digo que seremos

mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.

 

Españoles con futuro

y españoles que, por serlo,

aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.

 

Recuerdo nuestros errores

con mala saña y buen viento.

Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.

 

Vuelvo a decirte quién eres.

Vuelvo a pensarte, suspenso.

Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.

 

No quiero justificarte

como haría un leguleyo,

Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.

 

España mía, combate

que atormentas mis adentros,

para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.

 

Gabriel Celaya (España en marcha)

 

España, camisa blanca de mi esperanza,

reseca historia que nos abraza

con acercarse solo a mirarla,

paloma buscando cielos más estrellados

donde entendernos sin destrozarnos

donde sentarnos y conversar.

 

España, camisa blanca de mi esperanza

la negra pena nos atenaza,

la pena deja plomo en las alas,

quisiera poner el hombro y pongo palabras

que casi siempre acaban en nada

cuando se enfrentan al ancho mar.

 

España, camisa blanca de mi esperanza

a veces madre y siempre madrastra,

navaja, barro, clavel, espada;

la muerte siempre presente nos acompaña

en nuestras cosas más cotidianas

y al fin nos hace a todos igual.

 

España, camisa blanca de mi esperanza

de fuera o dentro, dulce o amarga

de olor a incienso de cal y caña

quién puso el desasosiego en nuestras entrañas

nos hizo libres, pero sin alas

nos dejó el hambre y se llevó el pan.

 

España, camisa blanca de mi esperanza

aquí me tienes, nadie me manda

quererte tanto me cuesta nada

nos haces siempre a tu imagen y semejanza

lo bueno y malo que hay en tu estampa

de peregrina a ningún lugar.

 

Blas de Otero (España, camisa blanca de mi esperanza)

 

Los cantautores

Y llegaron los años sesenta, y con ellos los cantautores, los que hacían poesía cantada que se abría paso a través del aire, de las ondas y que acabaron llenando estadios y arrastrando multitudes. Serán ellos los que hagan llegar hasta las masas algunos de los poemas que acabamos de leer y escriban otros nuevos que marcarían a toda una generación.

La labor de difusión de nuestros grandes poetas que los cantautores hicieron fue inmensa. Hay discos míticos que cambiaron la historia. Los que Joan Manuel Serrat dedicó a Antonio Machado (1969) y a Miguel Hernández (1972) marcaron un hito en la cultura española, llevando hasta las jóvenes generaciones a unos poetas universales que el franquismo llevaba décadas sepultando. Pero no sólo fue Serrat, fueron Aguaviva, Jarcha, Rosa León, Amancio Prada, Los Lobos… que versionaron multitud de poemas que llegaron hasta muchos millones de personas que jamás los hubieran leído. Fue una gigantesca obra, absolutamente necesaria, de recuperación de las señas de identidad de un pueblo que estaba eclosionando en ese preciso momento.

Quiero llamar la atención sobre un disco menos conocido, pero que tuvo un valor inmenso como testimonio de lo que estaba pasando. Un disco que estuvo prohibido hasta 1976 pero que circuló por todo el país, clandestinamente, desde 1970 y que a algunos nos hizo descubrir a los jóvenes poetas que habían ido surgiendo en España lo largo del franquismo y comprender que nuestro país era mucho más grande y profundo de lo que los medios del Sistema nos mostraban. Fue la grabación del recital que Paco Ibáñez hizo en el teatro Olimpia de París (en el exilio) el 2 de diciembre de 1969. Una veintena de canciones que sólo llegaron hasta una parte de la militancia de las fuerzas clandestinas, hasta el sector más comprometido, pero que a través suya terminarían alcanzando un eco formidable.

Pero los cantautores no sólo versionaron a los poetas que les habían precedido en el tiempo. Ellos mismos hicieron un inmenso trabajo creativo que galvanizó a su propia generación. Cualquier selección que podamos hacer será, obviamente, muy subjetiva ante la infinita cantidad de poemas cantados que marcaron aquél tiempo: Los que citamos más arriba, a los que habría que añadir otros muchos como Luis Eduardo Aute, Lluís Llach, José Antonio Labordeta, Patxi Andión, Adolfo Celdrán, Maria del Mar Bonet, Raimon, María Ostiz

Con el alma en una nube

y el cuerpo como un lamento,

viene el problema del pueblo,

viene el maestro

 

el cura cree que es ateo

y el alcalde comunista

y el cabo jefe de puesto

piensa que es un anarquista

 

le deben 36 meses

del cacareado aumento

y él piensa que no es tan malo

enseñar toreando un sueldo

 

en el casino del pueblo

nunca le dieron asiento,

por no andar politiqueando

ni ser portavoz de cuentos

 

las buenas gente del pueblo

han escrito al “menisterio”

y dicen que no está claro

como piensa este maestro

 

dicen que lee con los niños

lo que escribió un tal Machado,

que anduvo por estos pagos

antes de ser exilado

 

les habla de lo innombrable

y de otras cosa peores,

les lee libros de versos

y no les pone orejones

 

al explicar cualquier guerra

siempre se muestra remiso

por explicar claramente

quien venció y fue vencido

 

nunca fue amigo de fiestas,

ni asiste a las reuniones

de las damas postulantes

esposas de los patrones

 

por estas y otras razones

al fin triunfó el buen criterio

y al terminar el invierno

le relevaron del puesto

 

y ahora las buenas gentes

tienen tranquilo el sueño

porque han librado a sus hijos

del peligro de un maestro

 

con el alma en una nube

y el cuerpo como un lamento

se marcha,se marcha el padre del pueblo

se marcha el maestro.

 

Patxi Andión (El Maestro)

 

Habrá un día

en que todos

al levantar la vista,

veremos una tierra

que ponga libertad.

 

Hermano, aquí mi mano,

será tuya mi frente,

y tu gesto de siempre

caerá sin levantar

huracanes de miedo

ante la libertad.

 

Haremos el camino

en un mismo trazado,

uniendo nuestros hombros

para así levantar

a aquellos que cayeron

gritando libertad.

 

Habrá un día

en que todos

al levantar la vista,

veremos una tierra

que ponga libertad.

 

Sonarán las campanas

desde los campanarios,

y los campos desiertos

volverán a granar

unas espigas altas

dispuestas para el pan.

 

Para un pan que en los siglos

nunca fue repartido

entre todos aquellos

que hicieron lo posible

por empujar la historia

hacia la libertad.

 

Habrá un día

en que todos

al levantar la vista,

veremos una tierra

que ponga libertad.

 

También será posible

que esa hermosa mañana

ni tú, ni yo, ni el otro

la lleguemos a ver;

pero habrá que forzarla

para que pueda ser.

 

Que sea como un viento

que arranque los matojos

surgiendo la verdad,

y limpie los caminos

de siglos de destrozos

contra la libertad.

 

Habrá un día

en que todos

al levantar la vista,

veremos una tierra

que ponga libertad

 

José Antonio Labordeta (Canto a la libertad)

 

L'avi Siset em parlava

de bon matí al portal,

mentres el sol esperàvem

i els carros vèiem passar.

 

Siset, que no veus l'estaca

a on estem tots lligats?

si no podem desfer-nos-en

mai no podrem caminar!

 

Si estirem tots ella caurà

i molt de temps no pot durar,

segur que tomba, tomba, tomba,

ben corcada deu ser ja.

 

Si tu l'estires fort per aquí

i jo l'estiro fort per allà,

segur que tomba, tomba, tomba

i ens podrem alliberar.

 

Però Siset, fa molt temps ja

les mans se'm van escorxant

i quan la força se me'n va

ella es més ample i més gran.

 

Ben cert sé que està podrida

pero és que, Siset, pesa tant

que a cops la força m'oblida,

torna'm a dir el teu cant

 

Si estirem tots ella caurà

i molt de temps no pot durar,

segur que tomba, tomba, tomba,

ben corcada deu ser ja.

 

Si tu l'estires fort per aquí

i jo l'estiro fort per allà,

segur que tomba, tomba, tomba

i ens podrem alliberar.

 

L'avi Siset ja no diu res,

mal vent que se'l va emportar,

ell qui sap cap a quin indret

i jo a sota el portal.

 

I, passen els nous vailets,

estiro el coll per cantar

el darrer cant d'en Siset,

el darrer que em va ensenyar.

 

Si estirem tots ella caurà

i molt de temps no pot durar,

segur que tomba, tomba, tomba,

ben corcada deu ser ja.

 

Si tu l'estires fort per aquí

i jo l'estiro fort per allà,

segur que tomba, tomba, tomba

i ens podrem alliberar.

 

Traducción:

El abuelo Siset me hablaba

por la mañana en el portal,

mientras el sol esperábamos

y los carros veíamos pasar.

 

Siset,¿que no ves la estaca

dónde estamos todos atados?

¡Si no podemos deshacernos de ella

nunca podremos caminar!

 

Si todos tiramos ella caerá

y mucho tiempo no puede durar,

seguro que cae, cae, cae,

bien carcomida debe estar ya.

 

Si yo la estiro fuerte por aquí

y tú la estiras fuerte por allá,

seguro que cae, cae, cae

y nos podremos liberar.

 

Pero Siset, hace mucho tiempo ya

las manos se me van despellejando

y cuando la fuerza se me va

ella es más fuerte y más grande.

 

Cierto es que está podrida

pero es que, Siset, pesa tanto

que a veces la fuerza me olvida,

vuelve a decir tu canto:

 

Si todos tiramos ella caerá

y mucho tiempo no puede durar,

seguro que cae, cae, cae,

bien carcomida debe estar ya.

 

Si yo la estiro fuerte por aquí

y tú la estiras fuerte por allá,

seguro que cae, cae, cae

y nos podremos liberar.

 

El abuelo Siset ya no dice nada,

mal viento que se lo llevó,

quién sabe hacia qué lugar

y yo debajo del portal.

 

Y, mientras pasan los nuevos muchachos,

estiro el cuello para cantar

el último canto de Siset,

el último que me enseñó.

 

Si todos tiramos ella caerá

y mucho tiempo no puede durar,

seguro que cae, cae, cae,

bien carcomida debe estar ya.

 

Si yo la estiro fuerte por aquí

y tú la estiras fuerte por allá,

seguro que cae, cae, cae

y nos podremos liberar.

Lluís Llach (L'estaca)

 

Al vent

La cara al vent

El cor al vent

Les mans al vent

Els ulls al vent

Al vent del món

 

I tots

Tots plens de nit

Buscant la llum

Buscant la pau

Buscant a déu

Al vent del món

 

La vida ens dóna penes

Ja el nàixer és un gran plor

La vida pot ser eixe plor

Però nosaltres

 

Al vent

La cara al vent

El cor al vent

Les mans al vent

Els ulls al vent

Al vent del món

 

I tots

Tots plens de nit

Buscant la llum

Buscant la pau

Buscant a déu

Al vent del món

 

Traducción:

Al viento

La cara al viento

El corazón en el viento

Las manos en el viento

Los ojos al viento

En el viento del mundo

 

Y todos

Todos llenos de noche

Buscando la luz

Buscando la paz

Buscando a Dios

En el viento del mundo

 

La vida nos da penas

Ya el nacer es un gran llanto

La vida puede ser ese llanto

Pero nosotros

 

Al viento

La cara al viento

El corazón en el viento

Las manos en el viento

Los ojos al viento

En el viento del mundo

 

Y todos

Todos llenos de noche

Buscando la luz

Buscando la paz

Buscando a Dios

En el viento del mundo

Raimon (Al vent)

 

Somos

como esos viejos árboles

batidos por el viento

que azota desde el mar.

 

Hemos

perdido compañeros,

paisajes y esperanzas

en nuestro caminar.

 

Vamos,

sintiendo en las palabras

las huellas de los labios

para poder besar.

 

Tiempos

futuros y anhelados

de manos contra manos

izando la igualdad.

 

Somos

como la humilde adoba

que cubre contra el viento

la sombra del hogar.

 

Hemos

perdido en nuestra historia

canciones y caminos

en duro batallar.

 

Vamos

a echar nuevas raíces

por campos y veredas

para poder andar.

 

Tiempos

que traigan en su entraña

esa gran utopía

que es la fraternidad.

 

Somos

igual que nuestra tierra

suaves como la arcilla

duros del roquedal.

 

Hemos

atravesado el tiempo

dejando en los secanos

nuestra lucha total.

 

Vamos

a hacer con el futuro

un canto a la esperanza

y poder encontrar.

 

Viejos

cubiertos con las manos

los rostros y los labios

que sueñan libertad.

 

Somos

como esos viejos arboles.

 

José Antonio Labordeta (Somos)

 

Despierta Niño. Arriba, que llega el alba.

Despierta Niño. Arriba, que espera España.

Que espera España, sí, te está esperando

y el tiempo es tu aliado, y se está acabando.

 

Levántate y comienza la soldadura

entre la España quieta y la del hierro,

entre la de los llanos, la de la altura,

entre la del taller y la del rezo.

 

Levanta, que te espera la del arado,

la del pasado viejo, la del ungüento.

Una te hará sudor grave y callado

y otra te hará palabra que lleva el viento.

 

Hay una España cierta y otra callada.

Una que espera y calla y otra que clama.

Una que es vanidad y otra obcecada.

Una que te esclaviza y otra es esclava.

 

Levanta, Niño, el sueño como una maza.

Como una maza, sí, tus cinco dedos.

Cincuenta mente esparce tus anhelos.

No mires donde marcas ni lo que alcanzas.

 

Levanta tu estatura abiertamente.

Reclama espada y yunque, montaña y nieve.

Reclama sitio y viento si es conveniente.

No remedes, no cedas, no tiembles.

 

Levanta, carga, suena, ausculta y salva,

escribe, canta, cuenta, potencia y anda.

Que hay una España gris que se nos muere

y otra que resucita como de nieve.

 

Despierta Niño. Arriba con la esperanza,

que la España del chiste hay que enterrarla.

Que está cantando el gallo la madrugada

y hay una España nueva que te reclama.

Patxi Andión (Despierta niño)

 

¿Quién se acordaba de ti

en la batalla del Ebro?

¿Quién serías tú, Carmela,

cantada en la voz del pueblo?

¿Qué miliciano te amó

y fue dueño de tu cuerpo?

¿Quién se acordaba de ti

en la batalla del Ebro?

Ay Carmela, ay Carmela…

 

¿Dónde has estado, Carmela

oculta todo este tiempo?

¿Por qué se calló tu nombre

y se encerró tu recuerdo?

¿Qué ha sido de ti, Carmela

en medio de este silencio?

¿Dónde has estado, Carmela

oculta todo este tiempo?

 

¿Estás viva todavía

o te has muerto en el destierro?

¿Pudiste escapar entonces

o te quedaste aquí dentro?

Preguntas y más preguntas

que se va llevando el viento;

el mismo viento que entonces

desordenaba tu pelo.

Ay Carmela, ay Carmela…

 

Ay Carmela, la de España

Ay Carmela, la del Ebro.

Tu delito fue soñar

y despertar de aquel sueño.

Pero tu nombre ha quedado

en la canción de tu pueblo.

Ay Carmela, la de España

Ay Carmela, la del Ebro.

Ay Carmela, ay Carmela…

Jesús Munárriz (Ay Carmela). Cantada por Rosa León.

 

Esto no es más que una pequeña muestra de la explosión de artistas comprometidos que marcaron aquél momento histórico. Sólo hemos hecho referencia a poemas y canciones que vieron la luz antes de la muerte del dictador (1975). La explosión de creatividad artística, lógicamente, no se detuvo ahí, y siguió dándonos grandes obras después de esa fecha, pero ya pertenecen a otro momento histórico que abordaremos más adelante.

La última de las grandes canciones de esa época -la que marca el límite- es Al Alba de Luis Eduardo Aute, compuesta como respuesta a los fusilamientos del 26 de septiembre de 1975, dos meses antes de la muerte de Franco, que no podía hacer, por obvias razones de censura, mención explícita a los mismos, pero que deja claro el estado de ánimo general de ese preciso momento:

Si te dijera, amor mío

que temo a la madrugada

no sé qué estrellas son éstas

que hieren como amenazas

ni sé qué sangra la luna

al filo de su guadaña

 

Estribillo:

Presiento que tras la noche

vendrá la noche más larga

quiero que no me abandones

amor mío, al alba

al alba, al alba

al alba, al alba

 

Los hijos que no tuvimos

se esconden en las cloacas

comen las últimas flores

parece que adivinaran

que el día que se avecina

viene con hambre atrasada

 

Estribillo

 

Miles de buitres callados

van extendiendo sus alas

no te destroza, amor mío

esta silenciosa danza

maldito baile de muertos

pólvora de la mañana

 

Estribillo

 

 

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